El embrujo del comercial

16.02.2015 20:47

Hoy, amigos, os quiero acercar y arrojar un poco más de luz sobre algunos ejemplares de esa especie que habita en casi todas las empresas: el comercial. Ni mucho menos son mayoría, pero todos hemos conocido alguno.

Para empezar, ese comercial mea más lejos que tú porque la tiene mucho más grande que tú. Es el empotrador por excelencia, el mojabragas de todas las chicas de la oficina, el que todos los días se pregunta que por qué no se dedicaría al porno. Admítelo, eres un looser a su lado.

Estos ejemplares no madrugan porque lo haces tú. Si alguna vez escuchas a niños de fondo si le llamas a deshoras es porque se te está acoplando otra llamada.

El comercial acude a la oficina muy rápido porque es inmune a los radares. Cuando llega es el mejor poniendo apodos a sus inferiores que no se separan del qwerty. A la hora de la comida, si tienes suerte de verle, abusa del menú poligonero porque la tartera es indigna y propia de lo que tú eres: un looser (que no se te olvide tampoco que habla inglés mejor que tú)...

Al caer la noche es frecuente verle en rotondas y polígonos esparciendo feromonas usando siempre el mismo ritual: "hola guapa". Ellas, seducidas por su encanto, sólo aciertan a decir " chupar follar 30".

Ese comercial es capaz de meter 4 elefantes en un 600 antes de que tú mandes un email. No lee los mails porque leer es de flojos.

Suelen ser todos grandes deportistas. Si tú jugaste en Segunda B, a él una inoportuna lesión le alejó del Bernabeu. Por supuesto que es mejor que tú jugando al padel y ni se te ocurra cuestionar su reinado en las pistas de karting.

Si te cruzas con él, no te queda otra que rendirle pleitesía.